MIS MUERTOS, TUS MUERTOS, SUS MUERTOS, NUESTROS MUERTOS

AQUI ES DONDE DUERMEN LOS MUERTOS DE MI CABEZA, EN ESTE CEMENTERIO LLENO DE MUSICA Y RISAS, DE FRIO Y TEQUILA, DE SOLEDAD Y MIEDOS, DE SUEÑOS Y DESEOS...

miércoles, 6 de abril de 2011

ACTUAL MOMENTO

La luna que viajaba entre el sonido, la noche, mi locura y aquella música que escuchaban mis muertos, me hicieron reflexionar un poco sobre las tantas caras que he visto de la muerte, y el momento en el que me encuentro, sus trajes y sus vestidos, todos ellos tan distintos, y aun así la misma muerte, en nuestro primer encuentro la vi ordenada y vestida de blanco, deambular entre hospitales y funerarias de lujo, donde todo se maquilla entre negro, blanco y algunos tonos gris, pálidas flores de olores comunes y lagrimas bien maquilladas de rimel costoso, zapatos bien lustrados y un café corriente sin azúcar, la note aburrida al escuchar falsos cumplidos y risas muy bien disimuladas, al que ahí se velaba, fiestas privadas a mis seres queridos, mas no fue la única ocasión que la vi de frente, la encontré de nuevo, ahora vestía de terciopelo negro, adornada entre cadenas y maquilla exagerado, su aroma había cambiado, ahora era de nicotina y su sabor era el sabor amargo de cerveza , su voz cambio del silencio al grito estridente de una voz gutural, entre mezclada de metales y prostitución amistosa, caricias ficticias, no había lagrimas solo risas y palabras llenas de estupidez, deje que aquella cadavérica imagen que llaman muerte se quedara en mi un tiempo, sin temor, se veía placentera y amistosa, pasaron lunas hasta que cambio de nuevo, ahora su voz sonaba diferente, era angelical y se regocijaba entres santos y oraciones, esperanza y alegría pero de incierta apariencia, dormía en un mural de aquella aparatosa construcción, sus manos de mármol rosa señalaba un frío camino de criptas y resurrección, fantasiosa y católica, sin rostro pero vestida de fe, descarte la idea de que podría cambiar una vez mas, pero me equivoque nos encontramos de nuevo , ella se presento ahí entre casas desquebrajadas su rostro me atemorizo, vestía de papel picado y lagrimas, profundas su sonido era mezcla de tambora y gritos de dolor, su aroma era de parafina y flores silvestres, sus manos polvorosas, acariciando santos con aspecto mas que de aliento de temor, los niños corrían alrededor de un féretro humilde y sus sueños vacíos, como la vida misma aquel encuentro me lleno de temor, de un temor incierto de verla de nuevo, de probar sus extraño sabor de mezcal y café amargo, le vi danzar en veladoras amarillentas, un humilde sacerdote hizo un poco de oración, era el camino mas cruel y real, la muerte ahora me atemoriza de cierto modo, como nunca antes lo había hecho, ya no es ordenada, ni tampoco sonríe, ya no canta solo gime, era la muerte de mi pueblo de aquel que olvide en el camino de asfalto mientras el tiempo hacia grietas en mi piel, me mira de frente mientras la luna viajaba en el sonido ella me susurraba al oído el encuentro, nuestro actual momento.



Samantha Rojo.